domingo, 15 de junio de 2014

Agárrense fuerte, familia.

Desde el balcón se ve la ciudad. Han sido unos días hermosos, estamos a mitades de junio y el contraste del azul el verde y los edificios hace que el encuadre vibre. La vez pasada que teníamos esta vista no teníamos el balcón y la mera verdad hace toda la diferencia. En el piso 10 sopla el viento con mucha fuerza. Podemos ver desde la feria de Chapultepec hasta los edificios en la colonia Roma, casi hasta la Nápoles, y el Castillo de Chapultepec remata mero de frente. El balcón tiene dos sillitas como de jardín y un pequeño taburete de fibra de vidrio, la celosía de metal que soporta la baranda de concreto es bellísima. Nos sentimos en el Acapulco de Mario Pani pero en realidad estamos en el Hospital Mocel de la San Miguel Chapultepec.

Mi papá está en el reposet. Apenas ayer fue su primera sesión de hemodiálisis y estaba muy enojado. Me parte la vida verlo así. Si se cuidó tanto. Dijo que no le dolió para nada, pero que es muy incómodo, y que todos sus otros compañeritos de la diálisis son zombies, mi hermana le preguntó que si hizo amigos, y sólo le dio esa mirada que nos da cuando quiere decir "no mames" con los ojos. No lo juzgo. Él se pregunta si para allá va. Cuando le preguntamos que cómo se sentía dijo que "Como Virgilio. En el pinche infierno de Dante". Las referencias de mi papá siempre han sido o sarcásticas o eruditas, es un hombre por demás inteligente. Apenas el viernes me enteré que los riñones de mi papá ya no funcionaban. Es lo que más tristeza me ha dado hasta el momento. Siempre supe que funcionaban muy poquito, pero tenía esperanza que ese poquito le sirviera hasta los 80 y pico de años. Pues no, ya quebraron. Estoy en el balcón leyendo un libro de Xavier Velasco y en un momento escribe "no consigo entender que no exista en el mundo, la magia suficiente para salvarlo a uno de las pesadillas." Yo tampoco, toda esta estancia en el hospital parece una pesadilla.

Mi papá hace bien en decir, "todavía no entiendo cómo esos pinches creacionistas están en contra de las pruebas científicas en células madre. Tan fácil que sería haber empezado a cocinar el riñón hace más de un año, para ahorita ya tendría uno fresco y funcionando y no esta pinche joda".

Escribo esto para relatar la historia de mi papá, un corazón gentil, que a sus 56 años sus riñones le dejaron de funcionar. No se que pase, —como dice mi papá cuando le sale su lado mocho 'sólo Dios dirá'— pero empieza una aventura que pone su fe en la ciencia, en la esperanza de que encontremos un donador de riñón para mi papá y que sea atravesar los 7 círculos de Dante. Quisiera relatar este proceso como si México fuese un país de primer mundo en donde la cultura de donación de órganos está viva y funciona. No tengo idea como sea el proceso de donación de órganos en México, pero ya nos iremos enterando. Agárrense fuerte, familia.

Por ahora sólo espero que mi papá pase una buena noche. Lo amo tanto.

María.